Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2020

Los efectos de la COVID-19 en la economía peruana

La actual pandemia, causada por la devastadora COVID-19, desató caos en todos los aspectos y funcionamiento de nuestro país. Estos últimos meses los temas que se apoderaron de los titulares- causando miedo colectivo- fueron sobre los miles de muertos, estadística mayor a la de muertos en manos de Sendero Luminoso, la falta de empatía ciudadana, el precario sistema de salud de nuestro país, el desempleo, la pobreza y, sobre todo, la economía del país, que se ha visto radicalmente golpeada por la situación sanitaria mundial. Se habla de una caída del PBI entre el 5- 20%-se estima que la recuperación de nuestro PBI  per capita  tomaría hasta 2 años en restaurarse-, y de un aumento de la pobreza entre el 5- 10%, pues son miles los trabajadores, tanto formales como informales, que han perdido su trabajo. La informalidad reina en nuestro país y según RPP, la tasa de empleo informal equivale al 66% del total de trabajadores en el área urbana, al rededor de 8 millones 646 mil 200 peruanos, q

El papel de los medios de comunicación

El desarrollo tecnológico de las comunicaciones influye tanto en las relaciones sociales, como políticas, pues los sistemas de comunicación-privilegiados de información- tienen un rol fundamental en los intereses políticos y económicos de la sociedad. Asimismo, los medios explican el funcionamiento la vida económica, política, exponen a los productos y servicios y, lo más importante, influyen en la toma de decisiones de los sujetos.   Un ciudadano se nutre de información a través de los medios de comunicación, por ejemplo, cuando se busca información para saber por quién votar, las propuestas de los candidatos, etc. Por ello, la información que circula tiene un impacto directo en las decisiones de los ciudadanos, influyendo en la vida política, ya que el contenido de la información afecta a los intereses de algunos grupos sociales e individuos.   Debido al gran peso que tiene la comunicación, resulta imposible para un político gobernar sin la participación de los medios de comunica

El lugar donde nació el orgullo

Stonewall Inn: el lugar donde nació el orgullo Medio siglo atrás, en la ciudad que nunca duerme- durante el año de la reforma agraria peruana, de la misión espacial Apolo 11 y el adiós de The Beatles - se vivía una calurosa madrugada, el 28 de junio de 1969, en el bar neoyorquino de Greenwich Village, Stonewall Inn. Se trataba de un bar de ambiente controlado por la mafia, que se confundía con una ratonera, donde alrededor de 200 gays, lesbianas y transexuales, alzaban sus manos, bailaban y cantaban al unísono, hasta que un grupo de policías interrumpió. Entraron violentamente para desalojar el local, pero esta vez los clientes no bajaron la cabeza, ni salieron corriendo. De la embriaguez de la noche, el frenesí e impotencia, Marsha P. Johnson se levantó contra los oficiales, y los otros la siguieron: alzaron sus voces, botellas. Empezó una revuelta que duró 3 días, y una revolución por los derechos de la comunidad LGTB que se vive hasta el día de hoy. En ese bar donde nació el orgullo

Telarañas de algodón

Al sur de Tlaxcala, en el patio del colegio del municipio de San Pablo del Monte, aquel nido de cemento donde transitan niños uniformados de azul cobalto y los balones tienen alas, resonaban crueles carcajadas como clarines de guerra, cuyo terrible eco se trazó en delicadas fibras de algodón que atravesaron los oídos de todos sin dejar sobrevivientes. Las finas fibras se deslizaron desde los vulnerables tímpanos hacia el frígido piso, apoderándose de él, y siguió su rumbo. A la velocidad de la luz, se remontaron en una avara porción de tiza que dibujaba un sinfín de líneas.   Desde la mano que la sostenía, las volátiles fibras fueron testigo del rechazo que nace al dar la espalda. El sol se volvía cada vez más fuerte, y ellas no se quedaban quietas, escaparon de su contacto con la compacta pizarra, y continuaron su viaje hasta apoderarse de unos labios secos que vociferaban y desprendían saliva ante un rostro inocente. Descendieron violentamente y se impregnaron en la suela desgastada

Huellas de barro

Son las 5:30 de la mañana. Los tenues rayos de luz se asoman, el clima es húmedo y, sin esfuerzo, el viento penetra unas paredes de adobe y paja seca que protegen a una familia humilde del frío. José Teodoro Siancas Talledo, de 66 años y ojos cansados, se levanta de su cama, no tiene reloj, pero por costumbre sabe que aún no son las 6; inclina la cabeza silenciosamente, le da un beso a su esposa, Carmen Yarleque, con quien lleva más de 40 años compartiendo la misma cama que ya casi tiene vida propia, y se pone sus zapatos embarrados de barro. En cuestión de minutos, este hombre areneño e hijo del campo, se alista para ir en busca de los primeros colectivos que se dirigen hacia Piura. Antes de que el cielo se tiña de celeste, el jefe de la casa sale, se persigna, mira a Carmen como símbolo de buena suerte, y emprende su viaje a pie por los caminos arenosos hasta llegar al corazón del distrito, donde espera 30 minutos por el bendito colectivo. Él no es el único esperando.   Teodoro Sia

Agonía de un pobre

Pedro Gonzáles, como muchos, se mudó a San Salvador a probar suerte, pero no se encontró con el futuro próspero que se imaginaba.   Vivió del comercio ambulante de frutas en el Centro Histórico, siempre del brazo de Virginia, su amada esposa, y con un avaro ingreso que no excedía los $10, y en días malos no llegaba a los $9. La familia Gonzáles nunca tuvo una economía de reyes. Se volvió costumbre en su mesa ver tortillas, los baratos huevos eran lo único que podían costear con su reducido ingreso. Su mesa no se acostumbró a otros platillos.   La precaria situación económica de los Gonzáles, en un principio, no les quitó la ilusión de tener hijos. Melvin Geovany fue el primero en llegar, un año después fue el turno de José Eduardo, y dos años después llegó Luz Clara. Para esta pareja ya era suficiente, no querían más hijos, y Virginia se encargaría de esto, o eso creía, confiando en la ciencia. Se sometió a una ligadura de trompas, pero el fuerte dolor, ocasionado por el fallido proc

Escupiéndole a la enfermedad

En las laderas de un cerro poblado, donde el débil gris que envuelve la atmósfera se confunde con las humildes casas de color tierra que conforman una comunidad perfectamente hacinada y empobrecida, se encuentra ubicada una pequeña casa que parece no haber sido terminada. La pared de esta vivienda muestra el contraste entre el blanco, casi gris y desgastado, y el marrón anaranjado de los ladrillos que sobresalen y forman un rompecabezas perfectamente delineado por el exceso de cemento; son los colores vivos de las prendas, que cuelgan de una soga y se mueven tranquilamente por el viento, los que le dan vida a este tenue escenario.   Dentro de la casa, sentada en la sala que también es cocina, Jelen Ramos, una mujer de tez morena, rostro cansado, y ojeras cubiertas por un oscuro maquillaje que combina con sus pupilas de color cuervo, le cuenta feliz a su hijo Frank las buenas noticias: ya se curó de la fuerte enfermedad que pensó que acabaría con ella y la hizo luchar por más de 6 mes

Cobrándole a la coaster

El grito de un caprichoso bebé le ha quitado el protagonismo al viejo despertador de Mayra Pablo, una madre de 30 años, trabajadora informal y guerrera despiadada por sus hijos, cada madrugada se escuchan los fuertes quejidos que yacen de las barandas de una cuna de madera hasta penetrar los acostumbrados tímpanos de una madre que sabe que su día recién empieza. Son las 4 de la mañana, las formas dentro del dormitorio son casi indistinguibles por la abrumadora oscuridad, los fríos pies de Mayra se deslizan por la madera buscando sus zapatos viejos. Los encontró. Carga a su bebé, les da un vistazo a sus otros 2 hijos, camina unos breves pasos, ya pasó la sala, ahora la cocina. Se prepara un café, siente el frio escalando por sus vellos. Su hijo se calmó en sus brazos. Ya todos están dormidos. Mayra aprovecha el momento para cambiarse, agarra su cangurera, se persigna para llenarla de soles, y se encomienda al señor para que el terrible virus del que todos hablan no la atrape. Eso espera

Figurilla de barro

César Acuña Peralta, todos lo conocemos, es el hombre más poderoso del Norte, el charlatán más gracioso de los medios, el político más corrupto. Tiene 63 años, el pasar del tiempo se refleja en el boceto de su rostro, apergaminado, escabroso, áspero. La naturaleza no ha sido generosa con este hombre, podrido por dentro, le proporcionó un semblante feo, sin carisma, una pequeña estatura que lo hace ver como una insignificante figurilla, una figurilla de barro que enloda todo lo que toca, y una personalidad aterradora, capaz de robarse las carcajadas de algunos y especialista en despertar los diablos azules de todos. Su arrogancia y altanería despiertan en los peruanos una ira parecida a la que nació en la calle Tarata en el año 1992. Todo el que le ve recibe la impresión de un hombre corriente, su presencia no intimida, su ademán no impone fuerza ni autoridad; los matices de su rostro lo dibujan como un viejo agricultor, un hombre que vive del campo, cuyas ojeras marcadas, bien defini

La calle de los recuerdos

Ubicada a tres cuadras al sureste del Óvalo Grau, la Av. Los Cocos de la Urbanización Grau, calle que me vio crecer, se fue gestando desde los tiempos de mis abuelos: cuando Piura era solo desiertos de arena pálida, un reino de fuertes algarrobos y una ciudad de pocos habitantes. El correr de los años convirtieron a esta calle en una completa desconocida para quienes la vieron nacer. Los Cocos perdió su encanto y se fue deteriorando mientras Piura crecía y más carros empezaban a circular por nuestras pistas; dejó de ser esa calle pintoresca que mis abuelos recuerdan con nostalgia. Las emblemáticas palmeras que rodean al famoso “parque con forma de plátano”-conocido así por los vecinos- han perdido su vitalidad, ya no brillan ni irradian la luz de antes, la sensación de estar en una playa paradisiaca que emitían fue reemplazada por un sentimiento de decadencia, sus grandes hojas en corona al final del tallo ya no son de un color fuerte y llamativo: un débil amarillo grisáceo sin vida se