José Antonio Salazar Mejía (66) recuerda a Huaraz como un pueblo provinciano de la Sierra, muy conservador y religioso, con calles estrechas de adobe cubiertas con yeso y muy pintorescas, donde las familias se conocían y la gente se reunía en la Plaza de Armas. Pero todo cambió en cuestión de 45 segundos o, al menos, así es como lo siente él. Ese domingo 31 de mayo, la familia de José Antonio acababa de almorzar y todos estaban atentos a la radio porque se inauguraba el ansiado mundial México 1970. El partido acabó a las 3 de la tarde y México y Rusia empataron. Los padres de José entraron a descansar, su hermano se fue al cine y él se quedó dibujando en la sala a los Beatles en su submarino amarillo, hasta que todo empezó a temblar. Pensó que pasaría en cuestión de segundos, pero no fue así, el movimiento telúrico se hizo más fuerte y tuvo que salir corriendo hasta la puerta de entrada del Sahuan, del cual se aferró mientras las tejas y paredes del frente se caían y Huaraz se llen
Diego Arroyo Ojeda